martes, 17 de mayo de 2011

Archivos de la Biblioteca Helada #1



Queridos lectores, voy a sacar una nueva sección en la que voy a ir escribiendo historias breves trasfondísticas sobre el mundo de 40K. Os pongo en situación, estamos en una fría biblioteca de un planeta bastante alejado, un tecnosacerdote, para no aburrirse entre tanto papeleo, decide tomarse unas horas extras para ir leyendo las historias que hay en esta gran biblioteca.





ARCHIVOS DE RECLUTAMIENTO DE JÓVENES PARA EL SERVICIO DE ESCUDO BLANCO

Era un día oscuro en el planeta Terminon, planeta cuya temperatura y fauna es agradable y variada, un paraíso vegetal que no se ha visto destruido por la terrible contaminación de la fábrica de Leman Russ que hay en el centro del planeta ya que la flora es extremadamente resistente a todo tipo de cambios y su fauna parece adaptarse con la misma facilidad. Terminon se caracterizaba por ser uno de los planetas más poblados de su sistema gracias a sus agradables condiciones de vida y por ello, la temible Guardia Imperial, el Martillo del Emperador, tiene allí apostado el mayor cuartel de reclutamiento y entrenamiento para los jóvenes soldados que quieren (o deben) ingresar en las filas de los Escudos Blancos.
El centro de reclutamiento se caracterizaba por su sala de audiciones que era enorme, fría y mortal. Águilas bicéfalas adornaban la lúgubre estancia que no era una mera explanada con paredes y un tejado por el escenario que había en el fondo.
Allí, un soldado veterano, con un solo ojo y más cicatrices que pelos tenía en su cabeza, atronaba a los pobres jóvenes que estaban dispuestos delante suya en incontables filas y columnas. -¡Bienvenidos al centro de reclutamiento novatos! ¡Espero que os guste la Muerte pues ahora será vuestra única amiga!- Mientras hablaba se oyó un susurro en una de las columnas y la voz del soldado se paró de golpe, dejando un silencio mortal. Al oír este silencio todos los reclutas se quedaron helados como estatuas de cera y volvió a tronar la voz del imponente soldado. -¿Quién ha dicho eso? ¿Quién cojones ha dicho eso? ¡Guardias localizad al charlatán!
Salieron una hilera de guardias que estaban apostados en las paredes de la sala. Cada uno fue inspeccionando la zona sospechosa hasta que se dio con el joven que había hablado. El guardia y el soldado se miraron, entonces el guardia desenfundó su pistola láser y le puso la pistola en la cabeza. El joven se puso a temblar como una hoja y comenzó a implorar por su vida. El guardia, impasible, apretó el gatillo. El láser le perforó la cabeza, convirtiendo en fosfatina toda la materia gris del joven. Entonces el viejo soldado retomó la palabra. -¡Seguramente ese no era el soldado charlatán, pero me importa tres cojones ya que aquí no queremos cobardes y éste es un ejemplo práctico!
El viejo soldado retomó la palabra. -Tras esta pequeña introducción pasaré a presentarme, soy el sargento Fredo pero me llamaréis Dios, ya que soy el único que os puede dar la salvación en este infierno. Aquí no sobrevive quien quiere, sino quien puede, así que empecemos con una pequeña práctica de habilidad.
Fredo se abalanzó encima del atril y comenzó a proferir gritos. -¡Elegid a un compañero pedazos de mierda!
Un tanto confundidos, los jóvenes desordenaron la formación y comenzaron a juntarse con sus amigos, familiares o simplemente desconocidos que le parecían simpáticos.
El sargento vio cómo todos los jóvenes tomaban una pareja y sentenció con una sonrisa malévola: -ahora, matad a vuestro compañero con vuestras propias manos, los que se nieguen serán fusilados-
Los guardias cargaron sus rifles y el sargento abandonó el atril. Los jóvenes, en estado de shock, miraron a los ojos a sus compañeros. -¡Os damos 5 segundos para empezar a luchar! ¡Quién no luche será ejecutado en el momento!- Gritó una voz entre los guardias -Cinco, cuatro, tres, dos, uno...
Se oían gritos, súplicas, puñetazos, rotura de huesos, en definitiva, se oía la macabra canción de la Muerte.
Pasaron 15 minutos y la sangre se desbordaba por los agujeros que había en las paredes, un cuarto de los jóvenes había conseguido destrozar a su adversario, otros no pudieron derrotar a su compañero y sus sesos se esparcían por el suelo, una minoría, sencillamente no habían tenido agallas para destrozar contra el suelo con sus manos al que fuera su amigo de la infancia y habían sido ejecutados sumariamente...

"Qué historia tan grotesca, ya la seguiré leyendo otro día como se entere el Jefe de que estoy aquí vagueando acompañaré a esos jóvenes fusilados..."
El tecnosacerdote dejó el libro y siguió su camino.

1 comentario:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...